La enfermedad nos hace vulnerables y nos iguala. La sociedad siempre premió a los hombres que dedicaron su vida al cuidado de los enfermos. La medicina nació el mismo día que el hombre fue expulsado del paraíso, y el dinero fue un invitado postrero e impertinente.
La civilización occidental nos ha regalado el humanismo, ese ideal de integralidad objetiva e integridad subjetiva, de superabundancia enriquecedora de sí mismo y de los demás, y no quiere perder su oportunidad en estos momentos de desorientación generalizada. Nos propone un brindis, y nos invita a adentrarnos en la medicina basada en el humanismo. Dedico mi vida y mis mejores esfuerzos a que los médicos abracen los objetivos de esta corriente.
La medicina humanista es la medicina con alma. Petronio nos dejó escrito:
Ser médico humanista es una forma de estar en sociedad. No es un añadido circunstancial . Es una opción personal y profesional de mostrarse a las personas que acuden a él. No es cosmética con color de cultura y aroma de esnobismo. Es compromiso con las personas y apuesta radical por una forma de entender al hombre y la vida. El médico humanista no percibe el legado recibido como bisutería intelectual sino como carga que debe cuidar y transmitir. Apostar por el humanismo es apostar por una forma de vida que se construye desde los valores y con la intención de que nuestras vidas dejen poso en la historia.