Elogio y refutación del escrache
<p>
</p>
<p style="text-align: justify; ">
El hombre descose en la calle lo que teje bajo techo. Todas las revoluciones tuvieron al cielo por testigo. Las soflamas frente a las injusticias sociales no se pueden gritar en los salones de té.</p>
<p style="text-align: justify; ">
Nuestras plazas, avenidas, paseos y calles están repletas de personas que no soportan más los apaños de la clase dirigente de una sociedad que hasta hace pocos días era demasiado glotona y vulgar. La crisis económica ha amplificado los vicios y atajos de todos los que se consideraban inmunes en el ejercicio de sus responsabilidades.</p>
<p style="text-align: justify; ">
España tiene mucha calle pateada en su historia y ha acogido desde hace unas semanas de nuevo al escrache. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca y su presidenta Ada Colau, chica “Anarosa”, ha puesto de actualidad lo que los argentinos pusieron en práctica en los años noventa frente a los indultados por Menem.</p>
<p style="text-align: justify; ">
Esta estrategia de hostigamiento, intimidación y acoso público a diferentes responsables, nos retrotrae a nuestro pasado más cainita. Si no, que se lo digan a los diputados catalanes del “auxili”, que lo sufrieron en sus carnes en el año 2011. Los españoles sabemos que ha significado el señalar a las personas con el grito, el acoso, la ideología y la fuerza. En un sociedad que defiende las libertades públicas y privadas y donde aspiramos a que la justicia impregne cada una de nuestras actividades, no podemos aplaudir que se ejerza intimidación frente a ninguna persona. El validar el escrache como uno más de los caminos de protesta en nuestra democracia, es esperar a ver quién tiene más fuerza a la hora de realizar el hostigamiento, y por tanto, imponer su ley.</p>
<p style="text-align: justify; ">
Nos equivocaríamos si sólo denunciáramos esta práctica de protesta perniciosa y no buceáramos en los causas de la misma. Escribía el intelectual Amin Maalouf, que los referentes en valores en nuestros países han desaparecido, y nuestra sociedad occidental aburguesada, satisfecha e ignorante se atreve a ejercer su dominio desde la indigencia de su conciencia ética, y cada vez más ciudadanos se rebelan ante esta esquizofrenia y señalan a los culpables. Ese ejercicio es necesario.</p>
<p style="text-align: justify; ">
Las sociedades modernas sólo han podido avanzar desde la conciencia de la vulnerabilidad de su poder, el reconocimiento de sus contradicciones, la necesidad de la crítica civilizada, y la construcción de las alternativas más humanas.</p>