#FuerzaPajares
            
                            
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	La enfermedad escribe su relato entre silencios. No le gusta introducir adjetivos, prefiere los adverbios. La victoria del silencio es el precio que paga el hombre enfermo al miedo. La medicina introduce las palabras en esta conspiración silenciosa. Fomenta que se explicite la historia clínica de la persona, y que a través de las palabras,  solicitemos ayuda a la ciencia y a la compasión.</p>
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	Todos somos igual de vulnerables ante la enfermedad y el sufrimiento. El dolor propio y ajeno invita a los hombres a tomar partido de una forma determinada. A algunos, los llama para que ofrezcan su vida al servicio del hombre menesteroso y enfermo, sin más recompensa que la del trabajo bien hecho y la caricia de lo auténtico.</p>
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	Miguel Pajares, médico y misionero español, llegó hace muchos años a África para servir a los más débiles y desfavorecidos. El religioso, natural de La Iglesuela (Toledo) y capellán del hospital que dirige la orden San Juan de Dios, llegó al continente africano en la década de los 60. Primero estuvo en Ghana y desde 2007 trabajaba en el hospital San José de Monrovia en Liberia, como director espiritual y responsable de la Pastoral de los enfermos.</p>
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	El maldito virus del Ébola, que asola diferentes zonas de África, se cruzó en su labor silenciosa y eficaz. En su pequeño hospital atendía a los enfermos que entre fiebres y hemorragias luchaban frente a este letal virus. No dudó en ayudar al director del mismo, su hermano Patrick Nshamdze que falleció hace unos días, y a otros enfermos que buscaban en su ciencia y su conciencia, el alivio que la enfermedad y la pobreza le negaban. En el ejercicio de su dura obligación, se infectó con el virus de Ébola.</p>
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	Miguel Pajares no tiene perfil en Twitter, pero esta semana fuimos muchos los que quisimos mandarle palabras de esperanza desde esta red social bajo el hastag “#FuerzaPajares”. Este héroe moderno no merecía el pago del silencio de una sociedad española tan acostumbrada a lo vulgar. En sus momentos de tribulación, muchas personas quisimos estar a su lado, a la vez que exigimos que nuestro país nunca olvide  a uno de los nuestros por pequeño que sea, cuando entrega su vida por los demás.</p>
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	Bienvenido a casa don Miguel, su vida nos hace mejores.</p>