Toxicidad televisiva
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La televisión en España es un canto a la vulgaridad entre anuncios. Los españoles queremos seguir perdiendo media vida delante de un televisor con hedor sin pestañear. Las cadenas televisivas sirven a diario informativos partidistas, tertulias pandilleras, “sitcoms” con guiones de saldo y “reality shows” con reflujo gastroesofágico, que consiguen audiencias y beneficios tan elevados que les hacen mantenerse en su apuesta de saldo.</p>
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Los españoles adoptamos sin disimulo la telebasura y asistimos a la madurez de la misma. La oferta televisiva actual en España es una apuesta por los contenidos vulgares, con explícita parcialidad, falta de rigor, y olvido del compromiso con la verdad y la justicia con la sociedad a la que debieran entretener e informar. Prefiere el morbo, lo sensacionalista y el escándalo, como estrategias de atracción de audiencia, al costo de faltar a la verdad, con intromisiones intolerables a la intimidad de las personas y la exposición pública de la misma sin pudor ni respeto alguno.</p>
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En una sociedad abierta y global como la nuestra, no debemos caer en la tentación de poner límites a la libertad de expresión fuera de lo que marca el código penal, pero sí que debiéramos contribuir al debate y cuestionamiento de una televisión sin alma. Lejos de apostar por una función educadora de este medio con tantos kilos de publicidad y grosería, sí debiéramos aspirar a que se convirtiera en un potente medio de comunicación con obligaciones con su sociedad, que pasaran por su labor de contribuir a la vertebración de la misma y no a la destrucción de ella por el atajo fácil de la falta de compromiso con la verdad.</p>
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Las nuevas generaciones de jóvenes que quieren ser protagonistas del tiempo que les ha tocado vivir, quiero creer que no consumen de forma mayoritaria los formatos actuales de televisión que les exigen aceptar que lo vulgar debe formar parte siempre de sus vidas. Están eligiendo series de ficción sin interrupciones, documentales con rigor, noticieros veraces y periodismo de alta cilindrada. Ese es el camino.</p>
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La telebasura se ha convertido en un auténtico problema social en España, al que le dedicamos poco análisis, reflexión y crítica, y eso hace que nuestra sociedad cada vez sea más débil y vulgar.</p>
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Ningún representante público o político tiene las suficientes agallas como para entonar un discurso crítico frente a este gigante tóxico porque sabe que el precio a pagar es demasiado alto.</p>
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Frente a la oferta de lo vulgar, todavía tenemos la libertad de apostar por lo humano y elevado.</p>
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