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El síndrome del poderoso

<p style="text-align: justify; "> El poder tiene alergia a la soledad. No hay poderoso que se precie que no necesite de los dem&aacute;s para demostrar la fuerza de sus b&iacute;ceps. El poder siempre se ejerce sobre los dem&aacute;s. Nadie quiere ejercitar su poder frente a las voces que se revelan en el interior de cada uno. Siempre es m&aacute;s f&aacute;cil la conquista ajena que la propia. Es tan atrayente ganar el bot&iacute;n ajeno, que a veces se desprecia alcanzar el propio.</p> <p style="text-align: justify; "> La sociedad es caprichosa, y toca con su varita a gentes de diferente procedencia y pelaje, para concederles autoridad y mando a diestro y siniestro. La historia siempre es la misma. El ungido por la diosa fortuna no se considera digno de tan grave responsabilidad cuando se le ha concedido el poder sobre otros. Ese periodo inicial es muy breve. Entiende con celeridad que el resto de los mortales le han otorgado esa responsabilidad porque atesora una serie de atributos que hasta el m&aacute;s ciego los podr&iacute;a distinguir. A tan alta responsabilidad, la sociedad le concede una serie de privilegios, que el susodicho no quiere disfrutar&nbsp; los primeros cinco minutos, pero que por no parecer desconsiderado, paladea &nbsp;en el minuto seis. En los primeros tiempos, el poderoso se muestra atento y solicito a lo que los dem&aacute;s le proponen y solicitan, porque entiende que el poder es transitorio, y su pasta es de la misma procedencia del barro del que est&aacute;n hechos el resto de los mortales. El &eacute;xito le puede sonre&iacute;r y los dem&aacute;s comienzan a &nbsp;ser una pesada carga. Se refugia en sus cuarteles de invierno y s&oacute;lo atiende a su voz interior, que le grita: &ldquo;T&uacute; no necesitas a nadie, la sociedad te necesita a ti&rdquo;. Y en ese preciso instante comienza a padecer el &ldquo;S&iacute;ndrome de Hybris&rdquo;, el s&iacute;ndrome del poderoso.</p> <p style="text-align: justify; "> &ldquo;Hybris&rdquo; no puede considerarse como un t&eacute;rmino m&eacute;dico todav&iacute;a. Su significado&nbsp; primero proviene de la antigua Grecia, y hac&iacute;a referencia a las caracter&iacute;sticas de un acto determinado. Un acto de &ldquo;hybris&rdquo; era aquel en el cual un personaje poderoso, henchido de desmesurado orgullo y confianza en s&iacute; mismo, trataba a los dem&aacute;s con insolencia y desprecio. Esta conducta era considerada como deshonrosa y por tanto digna de censura en aquella culta sociedad.</p> <p style="text-align: justify; "> Tan da&ntilde;ina era la aparici&oacute;n de la &ldquo;hybris&rdquo; en la persona poderosa, que era muy frecuente encontrar en las tragedias griegas a este tema como el principal en sus tramas. La trayectoria de la &ldquo;hybris&rdquo; ten&iacute;a de forma resumida las siguientes etapas, muy parecidas a las que he descrito. El personaje obten&iacute;a la gloria y la aclamaci&oacute;n tras obtener un &eacute;xito en su vida que la sociedad aplaud&iacute;a. El reconocimiento y el poder que se le conced&iacute;a se le sub&iacute;a a la cabeza y comenzaba a tratar a los que le rodeaban con indiferencia y desd&eacute;n. Comenzaba a confiar ciegamente en sus propias posibilidades y se cre&iacute;a capaz de alcanzar cualquier objetivo que se propusiera. El exceso de confianza hac&iacute;a a la persona interpretar mal la realidad, no atender a otras razones que las propias, despreciar el consejo, ignorar la complejidad, subestimar las adversidades que aparec&iacute;an en el camino, alejarse de los propios y extra&ntilde;os y finalmente comenzaba a cometer un error tras otro. En el final de su camino, la justicia y la verdad se cruzaban con el personaje borracho de poder y se encontraba con su &ldquo;n&eacute;mesis&rdquo; que lo hac&iacute;a regresar a la realidad. &ldquo;N&eacute;mesis&rdquo; era el nombre de la diosa del castigo. En las tragedias griegas, con frecuencia los dioses ordenaban la &ldquo;n&eacute;mesis&rdquo; porque se consideraba que en un acto de &ldquo;hybris&rdquo; el perpetrador trataba de desafiar la realidad impuesta por la verdad del hombre.</p> <p style="text-align: justify; "> Este s&iacute;ndrome ha sido descrito por el m&eacute;dico y pol&iacute;tico brit&aacute;nico David Owen. En su libro &ldquo;En el poder y en la enfermedad&rdquo;,&nbsp; repasa con todo lujo de detalles las enfermedades de diferentes jefes de estado y de gobierno en los &uacute;ltimos a&ntilde;os, y c&oacute;mo &eacute;stas influyeron en el devenir de la Historia.</p> <p style="text-align: justify; "> El poder se puede ejercer en una comunidad de vecinos, en un equipo de f&uacute;tbol, en un consejo de administraci&oacute;n o en un parlamento. Las consecuencias del poderoso aquejado del citado s&iacute;ndrome son proporcionales a la gravedad y relevancia de los temas de su &aacute;mbito de influencia, as&iacute; como al n&uacute;mero de personas que se sienten afectadas por sus decisiones.</p> <p style="text-align: justify; "> Este siglo XXI esta conociendo a tantos poderosos aquejados de este s&iacute;ndrome tan particular, que a fuerza de buscar una &ldquo;n&eacute;mesis&rdquo; acorde a los tiempos, &eacute;sta ha adquirido el relieve de crisis profunda. La que nos est&aacute; doliendo es la econ&oacute;mica, pero comenz&oacute; por la de valores, prosigui&oacute; por la de las conductas, y no sabemos que aspecto ser&aacute; el que finalmente adopte.</p> <p style="text-align: justify; "> Necesitamos de presidentes de comunidad de vecinos que duden, de directores generales que no se lo sepan todo, de pol&iacute;ticos aut&eacute;nticos y veraces, y de palmeros que tambi&eacute;n en algunas ocasiones abucheen.</p> <p style="text-align: justify; "> La Espa&ntilde;a del 2013 necesita encontrar menos profesionales fijos del poder. Una sociedad civil fuerte debe saber distribuir las parcelas de responsabilidad entre aquellos que se saben interinos en el ejercicio del poder, y que s&oacute;lo se hacen grandes en la medida que comparten su trabajo, desvelos, debilidades, fortalezas, &eacute;xitos y fracasos. Debemos ense&ntilde;ar al poderoso a querer convivir. &nbsp;</p> <p style="text-align: justify; "> &nbsp;</p> <p> &nbsp;</p>