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Sara y Margaret

<p> Al lunes soleado se le col&oacute; el fr&iacute;o de la muerte. Sara Montiel muri&oacute; en su casa de Madrid y Margaret Thatcher falleci&oacute; en una habitaci&oacute;n del Ritz de Londres, cuando la semana bostezaba.</p> <div style="text-align: justify; "> Paradojas del destino. Dos mujeres de cuna sencilla y vida de gran cilindrada, se desped&iacute;an de este mundo con un adi&oacute;s a media voz de una sociedad que ya las hab&iacute;a olvidado. Esta Espa&ntilde;a de indignados profesionales y comentaristas rapaces, no ha tenido tiempo de llorarlas ni en el intermedio de S&aacute;lvame.</div> <div style="text-align: justify; "> La manchega universal no tuvo miedo &nbsp;a hacer las &ldquo;am&eacute;ricas&rdquo;. Sara Montiel fue una de las primeras espa&ntilde;olas en desembarcar en Hollywood. El m&eacute;rito de la actriz fue doble, ya que era analfabeta y no ten&iacute;a ni idea de ingl&eacute;s. Se tuvo que aprender los guiones fon&eacute;ticamente de memoria. Protagonista de medio centenar de pel&iacute;culas y de numerosos discos, Montiel fue icono sexual y art&iacute;stico de la cultura de la Espa&ntilde;a en blanco y negro de la segunda mitad del siglo XX, que so&ntilde;&oacute; con el humo de sus cigarros.</div> <div style="text-align: justify; "> Sara hizo de mexicana en Hollywood y de espa&ntilde;ola en nuestro pa&iacute;s, y esa fue su desgracia. Cuando la c&aacute;mara se acerc&oacute; demasiado a su vida, nos olvidamos del mito que enamor&oacute; a cient&iacute;ficos y literatos, y nos present&oacute; su versi&oacute;n m&aacute;s &ldquo;choni&rdquo;.</div> <div style="text-align: justify; "> Margaret Thatcher naci&oacute; en el seno de una familia de un tendero del centro de Inglaterra. Fue la primera mujer que alcanz&oacute; el cargo de primera ministra brit&aacute;nica. Tuvo que ganarse el respeto en la pol&iacute;tica ya que no proced&iacute;a de la alta sociedad, era fea y su oratoria deficiente. Pero eso no fue obst&aacute;culo para convertirse en una aut&eacute;ntica &ldquo;Dama de hierro&rdquo; por sus f&eacute;rreas convicciones. Su apuesta ideol&oacute;gica y pol&iacute;tica fue en &nbsp;favor de la libertad y la confianza en las posibilidades de cada ciudadano. Nunca quiso que el papel del Estado asfixiara a los ciudadanos. Sus enemigos jam&aacute;s le perdonaron su implacable defensa de los postulados liberales y la victoria intelectual y pol&iacute;tica que se cobr&oacute; frente al &nbsp; comunismo. Junto a Ronald Reagan y el Papa Juan Pablo II, tiraron a patadas el muro de Berl&iacute;n.&nbsp;</div> <div style="text-align: justify; "> A Sara la despedazar&aacute;n en los plat&oacute;s de la televisi&oacute;n que la hab&iacute;a ridiculizado, y &nbsp;a Margaret los libros de historia le har&aacute;n justicia.</div> <div> &nbsp;</div> <div> &nbsp;</div>