Skip to main content

El triunfo de la choni

<p> &nbsp;</p> <p style="text-align: justify; "> Todo comenz&oacute; en un pol&iacute;gono. El encanto de sus aparcamientos atrajo a una nueva generaci&oacute;n de j&oacute;venes con coches con m&aacute;s decibelios que caballos. Al ritmo de Camela mov&iacute;an sus cordones de oro y medalla con el &ldquo;papa&rdquo; que ya se fue, con el uniforme de su ch&aacute;ndal sudado. Los desertores de la Logse, construyeron una nueva est&eacute;tica bajo la dictadura del alcohol y las drogas, mientras Espa&ntilde;a se empe&ntilde;aba en construir pisos vac&iacute;os.</p> <p style="text-align: justify; "> El ladrillo apadrin&oacute; a esta nueva generaci&oacute;n de trabajadores de &ldquo;a tres mil euros&rdquo; la chapuza, que ya no se contentaba con los puestos de los mercadillos y tuneaban sus coches cada mes.</p> <p style="text-align: justify; "> El cani se convirti&oacute; en el nuevo &ldquo;rey del mambo&rdquo; de la Espa&ntilde;a del pleno empleo. Su ascenso social se lo debe fundamentalmente a la figura de la choni. No hay movimiento que se precie y que tenga af&aacute;n de permanencia, que no cuente con sus cholas pensantes. El cani se las buscaba currelando en el andamio para traer el parn&eacute;, mientras la choni imprim&iacute;a estilo y est&eacute;tica enredada en sus extensiones. La realidad era demasiado aburrida para merecer la pena ser vivida.</p> <p style="text-align: justify; "> En una sociedad que pas&oacute; del bocata y la litrona, al &ldquo;buffet&rdquo; libre y la carta de vinos, la cultura pas&oacute; a conjugarse en pasado. Los nuevos intelectuales de la civilizaci&oacute;n del espect&aacute;culo, como felizmente denomin&oacute; Vargas Llosa a esta nueva realidad, vest&iacute;an delantales blancos y atend&iacute;an al nombre de cocineros creativos, triunfaban en el extranjero como modistos, pintaban sobre una pizarra y ejerc&iacute;an de entrenadores de f&uacute;tbol, y restauraban muebles antiguos, present&aacute;ndose como interioristas. Mientras, los m&eacute;dicos no ense&ntilde;aban mucho la bata blanca por si acaso, los profesores no sal&iacute;an de sus aulas y los fil&oacute;sofos se suicidaban con la autoayuda. Todo perfectamente coreado y exaltado por una prensa amarilla llena de bilis y mala leche, que cortaban trajes sin patrones y se llenaban los bolsillos practicando las autopsias de las almas podridas.</p> <p style="text-align: justify; "> Los que miraban con desd&eacute;n a la choni de su barrio, se plegaban ante el protagonismo de &ldquo;chefs&rdquo;, modistos, entrenadores y decoradores, que ejerc&iacute;an el papel que en otro tiempo tuvieron en la cultura&nbsp; los cient&iacute;ficos, los artistas y los humanistas.</p> <p style="text-align: justify; "> Toda vez que el imperio del ladrillo ha ca&iacute;do, yo me quedo con la figura de la choni, que por lo menos es aut&eacute;ntica.</p> <p> &nbsp;</p>