Las cortes del gin tonic
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Mayo está siendo un mes pasado por agua en la España de las alergias y los caracoles. Fiel a nuestro refranero, no quiere que hasta su cuarentena nos quitemos el sayo. Parafraseando a Sabina y su mes de Abril, ¿quién nos ha robado la primavera?</p>
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Tanto ha ido Hacienda a la fuente que se ha cumplido lo que lo economistas conocen como la “curva de Laffer”. Según esta teoría, la recaudación fiscal baja a partir de un determinado nivel impositivo, ya que subir impuestos acaba minando la actividad económica. El Ministerio de Hacienda ha admitido esta semana que la histórica subida del IRPF aprobada por Mariano Rajoy nada más llegar al poder ha dejado de tener efecto tras apenas un año de aplicación. Ya no genera ingresos extra para las arcas públicas. En su informe de recaudación tributaria correspondiente al pasado abril, el Fisco admite abiertamente que "ya no se cuenta con el impulso alcista del gravamen complementario que entró en vigor a comienzos del pasado año".</p>
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El parlamento español ha estado enredado en enredar a los emprendedores, con leyes, normativas y directivas, introduciéndolos en un laberinto que asfixia la iniciativa y al talento. Los emprendedores sólo necesitan libertad y desregulación, algo muy complicado para los inquilinos del edificio de la Carrera de San Jerónimo.</p>
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No contentos con su desaguisado, han querido escenificar una apuesta por la transparencia en los dineros públicos, que los ha puesto a casi todos de acuerdo para que la manta los pueda seguir tapando y no deje a ninguno de sus miembros al aire, que con estos fríos ya se sabe.</p>
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Claro sí que nos ha quedado el menú del día y la copita de la casa de los diputados. Sus señorías merecen que los servicios de cafetería y restauración de las cámaras estén a la altura de lo que ellos consideran merecer. Sensibles a la estabilidad del personal de la camisa blanca y los pantalones negros de las mismas, no han dudado en subvencionar con el dinero de todos, el cafelito, el pitufo, el jamoncito, pero sobre todo el gin tonic, no vayan en menguar en demasía sus bolsillos con tanto trajín de barras y leyes.</p>
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Como si de una película de Berlanga se tratara, el gin tonic a tres euros cuarenta y cinco salvará a nuestra democracia.</p>
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