Mi respuesta al médico Soriguer: #soyescritor
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La semana pasada presentó su último libro el señor Soriguer, médico que ha ejercido durante muchos años en Málaga, y que en la actualidad está jubilado. Un compañero tuvo la deferencia de remitirme una página del mismo en el que hace referencia a mi persona. Por la educación que he recibido y por el respeto que se merece una persona de su edad, no haré comentarios ni personales ni literarios sobre el mismo. En el conjunto de palabras que constituyen el libro, señala literalmente que "J.A. Trujillo le gusta identificarse como médico y escritor" en un tono que cualquier persona medianamente formada entiende.</p>
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Soy una persona con muchas carencias y defectos, aunque trato de no castigar en demasía mi autoestima. Con dignidad ejerzo día a día mi profesión de médico y con pasión escribo.</p>
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Con respeto le dedico al médico Soriguer mi última columna de Diario Sur de mi segunda temporada, que se tituló "La columna soñada". Posiblemente alguién encuentre en estas sencillas líneas, algún eco de literatura:</p>
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"Las vacaciones son un mal necesario. Un recuerdo de días sin mar y calor por descubrir. De bolsillos vacíos y balones prestados, en una infancia sin siesta y sin helado.</div>
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Agosto es la noche de viernes del año. En sus días en los que cierra el cuartel y el juzgado, cabe la España sudorosa del turismo sin los últimos poemas de Luis Alberto de Cuenca. Hombres con las alineaciones de sus equipos grabadas en sus cabezas, mujeres con pocas sesiones con la nutricionista, niños chillones sin su “Verano azul” y currantes por obligación, pueblan playas sin sitio para la sombrilla, pueblos con su plaza sin sombra, montañas sin cumbres, pantanos sin ríos, casas familiares sin renta y demás territorios, sin otro afán de hacer de la nada el todo en sus vidas. Mientras Septiembre sigue siendo sólo una promesa de normalidad. </div>
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En este año con demasiados enfermos sin cita, días sin suficientes horas, de partidillos los lunes por la noche y celebraciones por la “Décima” entonando el “Cómo no te voy a querer”, llego a mis días de descanso con mucha prosa agotada. Busco los días sin despertador, con sus mañanas sin obligaciones, cervezas sin motivo y lecturas que fueron hipotecadas por el tiempo. No sé si así encontraré en mi nada, el todo que persigo en la literatura.</div>
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Un día comencé a escribir para no sentirme sólo, y ahora lo hago porque me dejan el hueco de una columna. Mis líneas tienen demasiadas arrobas de aficionado y funcionario con nómina. Saben demasiado a médico de provincias con diplomas en la pared y clientela sin un duro, a sueños de intelectual sin editorial y sin academia, al deseo de que lo lean sólo los suyos. Para los médicos soy un escritor aficionado, y para los escritores, un médico con ordenador. </div>
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En este deambular literario entre territorios que abrasan por su sequedad, y zonas pantanosas que llenan de humedades mis pensamientos, me imagino al Chejov de la Guerra de Crimea o al Marañón del exilio, y me animo para seguir soñando con columnas y libros que hieran.</div>
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Llenaré mis días de la nada con columnas de Jesús Nieto Jurado e historias de Montero Glez, mientras sigo desarrollando músculo literario.</div>
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A la espera de mi columna soñada, me despido de mi segunda temporada en Sur."</div>
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