Los nuestros
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El prójimo no es uno de los nuestros. Para amar a alguien por nada porque se merece todo, hay que tener un alma de altos vuelos. La mayoría de los mortales nos quedamos en los asuntos de tejas para abajo.</p>
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Existen tics totalitarios, que no por ser demasiado conocidos dejan de ser preocupantes, en muchas formaciones políticas en la actualidad en España. Uno de los pilares de la democracia es la libertad de las personas. De cada una de las que conformamos la sociedad. Cada uno de nosotros somos tan importantes y necesarios, que la calidad en la defensa de los derechos y libertades de cada uno de nosotros, habla mucho de la madurez democrática de nuestra sociedad . Importa cada yo y cada tú. Algunas formaciones políticas sitúan los intereses de su acción en la defensa del grupo, del nosotros. Es más importante la colectividad que el individuo, y por la defensa de ella, aparecen muchas derivas poco edificantes. La primera es que aparece el vosotros, pero siempre como elemento de diferenciación que merece una menor protección que la de nuestro grupo. Si vertebramos la sociedades en grupos y no con la aportación del individuo, podemos definir y excluir a aquellos que consideramos diferentes. Unas veces los denominaremos casta, en otras ocasiones, chusma, y casi siempre, serán los enemigos a vencer. Mientras nosotros tengamos la posición de poder que nos otorga la posibilidad de señalar y excluir, tendremos la posición cómoda de una sociedad viciada en su origen.</p>
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Con este sustento ideológico, el embudo pasa a ser el elemento esencial para poder explicar su funcionamiento. La parte ancha será la que acoja todo lo concerniente a nuestro grupo y en ella tendrán cabida y comprensión todo tipo de actuaciones y decisiones, en tanto que pertenecen a los nuestros. El lado estrecho es el que le queda al resto, con las consecuencias previsibles que todos conocemos.</p>
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Si enchufo a uno de los míos, no es un ejercicio de discrecionalidad política intolerable, sino la puesta en valor de un miembro de nuestro grupo que merece nuestra atención y que es merecedor de todo tipo de prebendas . Si imputan a alguien de los nuestros, es la ley la que se convierte en retorcida y la justicia la que está equivocada.</p>
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La prueba del algodón es sencilla: si un partido político no defiende con la misma intensidad los derechos y libertades de cada uno de los miembros de su adversario político, desconfíen de él. Si además de eso, expide los carnets de buenos y malos periodistas, no lo duden.</p>
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Los nuestros no pueden ser la excusa para olvidarse del prójimo.</p>
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