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El "Landismo" sin Alfredo

<p> &nbsp;</p> <p style="text-align: justify; "> Espa&ntilde;a protagoniz&oacute; &ldquo;La vaquilla&rdquo; sin casting previo. Cada espa&ntilde;ol nos reconocimos en el brigada Castro, con mucho de Alfredo Landa y&nbsp; poco de militar. Entre trincheras, seminaristas, toreros, marqueses y reclutas, discurri&oacute; la comedia que&nbsp; hizo re&iacute;r a los espa&ntilde;oles que no hab&iacute;an desertado a&uacute;n de las butacas del cine y pagaban la entrada con monedas.</p> <p style="text-align: justify; "> Alfredo Landa ol&iacute;a al &ldquo;Vente a Alemania, Pepe&rdquo; y &ldquo;Lo verde empieza en los Pirineos&rdquo;. Su forma de estar en la pantalla se denomin&oacute; &ldquo;landismo&rdquo;. Este subg&eacute;nero de la comedia, que naci&oacute; en torno a la figura del actor y que fue muy mal recibido por la cr&iacute;tica, se prolong&oacute; a lo largo de los a&ntilde;os setenta coincidiendo con los &uacute;ltimos coletazos del franquismo y la explosi&oacute;n del turismo internacional en Espa&ntilde;a. Con el paso del tiempo, y bajo la direcci&oacute;n de cineastas como Pedro Lazaga y Fernando Merino, el &ldquo;<em>landismo&rdquo;</em> se convirti&oacute; en fiel reflejo de su &eacute;poca a trav&eacute;s de personajes&nbsp; que encarnaban las frustraciones nacionales y generacionales de los espa&ntilde;oles en camiseta de hombrillos.</p> <p style="text-align: justify; "> Comenzamos a creer de nuevo en nosotros, cuando fuimos capaces de re&iacute;rnos de nosotros mismos y abandonamos los calzoncillos blancos y la camiseta interior. En ese momento convertimos en entra&ntilde;able al hortera del Landa, y dimos por cerrada la Transici&oacute;n. El actor navarro se deshizo de su caricatura y se hizo mayor en &ldquo;Los Santos Inocentes&rdquo;. La Europa culta de Cannes se rindi&oacute; a su altura como actor dram&aacute;tico, cuando nuestros pol&iacute;ticos comenzaban a ir de ca&ntilde;as por Bruselas.</p> <p style="text-align: justify; "> Superados el destape, las portadas de Intervi&uacute;, y los dos rombos, comenz&oacute; el &ldquo;landismo&rdquo; a convertirse en g&eacute;nero entra&ntilde;able de una Espa&ntilde;a que ya no se sent&iacute;a representada ni en el cateto ni en el salido.</p> <p style="text-align: justify; "> Inmersos en dictaduras monetarias, cl&aacute;usulas suelo y escraches varios, los espa&ntilde;oles regresan a la Alemania de Pepe, pero esta vez con un &ldquo;Ipad&rdquo; en vez de con la maleta de cart&oacute;n con cuerda.</p> <p style="text-align: justify; "> No estamos para demasiadas risas, porque la cosa da m&aacute;s para un drama que para una comedia, pero debemos encontrar a un nuevo Alfredo Landa, cuando &eacute;l nos ha dejado esta semana cumplidos los ochenta a&ntilde;os.</p> <p style="text-align: justify; "> Necesitamos el &ldquo;landismo&rdquo; del siglo XXI que refleje a la Espa&ntilde;a que no queremos ser, para re&iacute;rnos de ella, y abandonarla. El &ldquo;landismo&rdquo; sin Alfredo, o sea.</p>