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Toros en la Malagueta

<p> &nbsp;</p> <p style="text-align: justify; "> M&aacute;laga es un Agosto de doce meses. La luz define a una ciudad que no quiere dormir y se reconoce haciendo vida en la calle. Sus playas son un terreno fronterizo que acoge al forastero, pero no define al malague&ntilde;o. El Mediterr&aacute;neo es demasiado peque&ntilde;o para M&aacute;laga.</p> <p style="text-align: justify; "> El secreto de esta ciudad repleta de turistas en chanclas y camareros con camisa negra, est&aacute; en sus calles. Todo lo importante que acontece en M&aacute;laga se da al aire libre, lejos de las luces artificiales de los teatros y ateneos con olor a moqueta. Encerrar a Picasso en un museo es no conocer a los malague&ntilde;os.</p> <p style="text-align: justify; "> Los romanos s&iacute; que nos entendieron y construyeron un teatro a las faldas del cerro que sirvi&oacute; a los fenicios para elevar un faro. Gibralfaro, cansado de murallas, contiendas y asedios, nos ha regalado la mejor visi&oacute;n de M&aacute;laga.</p> <p style="text-align: justify; "> Cuando uno asciende a la cima de cerro tan preclaro, descubre que unos edificios elevados y horteras, esconden a una de las joyas de M&aacute;laga: su coso taurino, que atiende al nombre de la Malagueta.</p> <p style="text-align: justify; "> La visi&oacute;n formidable del anillo de la plaza de toros define a la M&aacute;laga que quiso ser moderna en el siglo XIX y que todav&iacute;a no ha pasado de moda.</p> <p style="text-align: justify; "> Asistir a los toros en M&aacute;laga, es penetrar en la intimidad de una ciudad que disfruta de su feria, con el paladar seco por el terral y que no soporta bien los graznidos descorteses de las gaviotas.</p> <p style="text-align: justify; "> Ver toros en la Malagueta es un anticipo del Cielo. La eternidad no puede ser silenciosa como quieren dibujarla otros cosos taurinos de corbata y romero en la solapa. Los toreros cantan para sus adentros mientras hilan faenas sobre la arena de un coso que no soporta el albero.</p> <p style="text-align: justify; "> Bergam&iacute;n nunca fue entendido en M&aacute;laga, cuando proclam&oacute; su m&uacute;sica callada del toreo. En M&aacute;laga se torea con las dos manos, la cintura y la quietud de los pies, al ritmo de un pasodoble de don Perfecto Artola.</p> <p style="text-align: justify; "> Agosto en M&aacute;laga es sin&oacute;nimo de toros en la Malagueta, de emocionarse con la verdad de unos diestros, que despreciando su vida, con unos endebles enga&ntilde;os no s&oacute;lo vencen la bravura de los toros, sino que incluso se atreven a seducirnos con la belleza de su arte.</p>