La dictadura de la gente
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La gente es el proletariado de este siglo. Es el nuevo singular con aspiraciones de plural, que todo lo acoge, todo lo merece, todo lo espera y todo lo jode. Es el sujeto de la nueva política. El individuo es limitado y aburrido. No hay futuro para la sociedad fuera del discurso profético que encumbra a la gente como la nueva realidad acreedora de todos los desvelos, gritan a los cuatro vientos los líderes de la nueva izquierda española. La gente bien merece una revolución que la encumbre al vértice de la sociedad.</p>
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La lucha de clases según Marx y Engels tenía que conducirnos a la dictadura del proletariado. Debía ser la transición a la supresión de todas las clases y llevarnos a una sociedad que fuera mejor sin ellas. Sin duda, el comunismo ni tuvo clase ni sociedad, sólo nos dejó su dictadura. Por no quedar, no quedaron ni los proletarios.</p>
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De forma premeditada los dirigentes de Podemos no quisieron asumir públicamente el ideario comunista de su código genético, y sustituyeron al proletariado por el concepto gente de forma deliberada. Este nuevo ente permitía que la tan cacareada transversalidad pudiera acoger a tiros y troyanos preocupados por problemas comunes, como los desahucios o el paro juvenil. Construyeron un discurso en el que cada uno de los indignados del mundo o de los desheredados de la crisis podían traer su propia mochila ideológica con la única exigencia de confluir en el camino y señalar a la casta política como el enemigo a batir. Prometieron que la lucha frente a la casta conseguiría la nueva dictadura de la gente y por tanto su triunfo.</p>
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Tras el pacto del botellín de esta semana, no se necesitan cincuenta pasos para conocer que la ideología que impregna los dieciochos folios del acuerdo entre Podemos e Izquierda Unida tiene cuarto y mitad de populismo y mucho de comunismo, y los convierte en la misma casta que ellos desprecian. Ya no se puede encontrar palabrería suficiente para ocultar sus auténticas señas de identidad. Su discurso lo conocemos y sabemos las consecuencias de la puesta en práctica del mismo. No hay nada de novedad que pueda movernos a la curiosidad intelectual.</p>
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Sólo debemos repasar la actualidad griega para conocer qué ocurre cuando el comunismo de nuevo cuño gobierna. Syriza se ha convertido en una caricatura del partido que prometió asaltar a los griegos el cielo y aplica recortes un día sí y otro también. Seguro que ni Pablo Iglesias ni Alberto Garzón, se atreven a invitar a su correligionario Tsipras ni a un botellín en su campaña electoral a dúo. Sin duda, la dictadura de la gente, no es otra cosa que la versión barata de la dictadura del proletariado un siglo después.</p>
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