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La España de los 1000 euros

<p> La econom&iacute;a es la excusa del mal pol&iacute;tico. Los impuestos son las piezas con la que construyen su pol&iacute;tica como si se tratara de un mecano. Ora, la pieza de del IRPF, ora la del iva, y siempre la de los impuestos indirectos. En campa&ntilde;a electoral algunos partidos pol&iacute;ticos &nbsp;entonan el canto de sirena de la reducci&oacute;n de tasas, pero una vez el voto entregado, el pol&iacute;tico no se siente obligado, y el peaje se convierte para ellos en el Dorado.</p> <p> En las democracias avanzadas, los liberales consider&aacute;bamos que el ciudadano era el bien a proteger. Ese es un sue&ntilde;o que s&oacute;lo ya podemos disfrutar leyendo algunos libros de pol&iacute;tica ficci&oacute;n. Las bondades del Estado de Bienestar sustituyeron la hegemon&iacute;a y protecci&oacute;n a la persona, y el &ldquo;establishment&rdquo; apost&oacute; por&nbsp; su propia supervivencia como valor supremo y casi exclusivo a defender. Fuera del Estado no hay vida, nos dicen sus defensores. La realidad es que a mayor regulaci&oacute;n gubernamental, menos espacio de libertad le queda al ciudadano. Los impuestos son las nuevas redes de control de los gobiernos.</p> <p> Sin sonrojo alguno, y sin oposici&oacute;n de ninguna opci&oacute;n pol&iacute;tica del actual parlamento espa&ntilde;ol, el gobierno ha propuesto nuevas subidas de impuestos que autodenominan neutras o blandas. En pol&iacute;tica fiscal se cumple una ley no escrita que hace referencia a que cualquier subida de un tributo, sea cual sea su denominaci&oacute;n y alcance, siempre es al final abonado por el ciudadano de a pie. De forma indirecta o directa, el bolsillo se siente acosado por la voracidad de las nueva y la vieja pol&iacute;tica.</p> <p> En la actualidad , cualquier ciudadano se ha convertido &nbsp;en un presunto delincuente de una de las numeros&iacute;simas tipolog&iacute;as de enga&ntilde;ar al fisco. En la Espa&ntilde;a de los 1000 euros, uno es sospechoso de ser un chorizo si decide pagar en met&aacute;lico, porque le sale de sus entretelas, la comuni&oacute;n de su hijo, o la reforma de su ba&ntilde;o. Uno parece que demuestra con el dinero por v&iacute;a tarjeta, transferencia o cheque, de que es una persona legal. Ilusos. Ya conocemos esa filosof&iacute;a, el af&aacute;n recaudador de las sanciones de tr&aacute;fico llevan vendi&eacute;ndonoslas hace muchos a&ntilde;os como que son por nuestra seguridad y en beneficio propio, no del tesoro p&uacute;blico. De verdad que no cuela m&aacute;s ese argumento.</p> <p> No quiero un pa&iacute;s, ni un gobierno, ni un estado que decide en materia econ&oacute;mica lo que es mejor para el dinero que gano honradamente. Montoro y el coro de partidos de la oposici&oacute;n prefieren subir los impuestos a reducir el gasto desbocado de su administraci&oacute;n paralela, por ejemplo. Han conseguido que en Navidad, Hacienda conozca lo que hace nuestra mano derecha e izquierda, con la libertad que daba la privacidad de que no se supiera.</p>