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Intruso en el norte

<p> &nbsp;</p> <p style="text-align: justify; "> La columna es la literatura que no quiere ser marca blanca. La novela fue fagocitada por las editoriales, la poes&iacute;a duerme y el teatro muri&oacute; con los musicales. El escritor sobrevive con la esquina del peri&oacute;dico que no molesta al anuncio de la pastilla para la eyaculaci&oacute;n precoz.</p> <p style="text-align: justify; "> Entre un mar de sucesos, vida social de cart&oacute;n piedra y asuntos de corruptelas y golfos, cada ma&ntilde;ana uno puede leer a los pocos valientes que todav&iacute;a se atreven con la columna literaria. La prosa discurre a lomos de verbos intemporales y personajes en negrita, sabi&eacute;ndose material fungible y perecedero, en columnas con deseos de convertirse en los cap&iacute;tulos de una obra que no quiere acabar en una biblioteca.</p> <p style="text-align: justify; "> El men&uacute; del d&iacute;a, el caf&eacute; por cortes&iacute;a de un fulano y la irrelevancia social, son las glorias que alcanza el columnista que no obedece a m&aacute;s amo que al de su talento. Escribir columnas literarias en un peri&oacute;dico es la nueva forma de pobreza &nbsp;para el &nbsp;escritor que no se vende en una novela.</p> <p style="text-align: justify; "> Es un milagro que siga habiendo escritores que no se molesten con que sus columnas sirvan para liar el cuarto y mitad de los bancos de alimentos.</p> <p style="text-align: justify; "> Para ser columnista, amigo, hay que tener hambre. Espa&ntilde;a es un pa&iacute;s de escritores glotones y entendidos en vino, que no sufren con la escritura al dictado de la voz de su amo.</p> <p style="text-align: justify; "> La literatura espa&ntilde;ola sobrevive gracias al empe&ntilde;o de un peque&ntilde;o grupo de columnistas que no tienen doce pagas mensuales y dos extraordinarias. A esa generaci&oacute;n de &ldquo;rara avis&rdquo; quieren domesticarla con puestos en tertulias que pagan con tarjetas regalo del Corte Ingl&eacute;s. Por suerte, ellos siguen resistiendo&nbsp; y&nbsp; beben el vino del men&uacute; del d&iacute;a que acompa&ntilde;a la olla podrida de esta Espa&ntilde;a de trileros encorbatados.</p> <p style="text-align: justify; "> Jes&uacute;s Nieto Jurado cada lunes en Diario Sur, pasea su literatura de gran cilindrada con la resaca todav&iacute;a de la copa que dieron en la inauguraci&oacute;n de la &uacute;ltima exposici&oacute;n de pintura tras pasear en el escrache del d&iacute;a.</p> <p style="text-align: justify; "> Escritor de piso patera, cama caliente, cerveza a morro y novia de belleza distra&iacute;da, agita sus musas y destapa el tarro de la esencia de la columna. Heredero de Larra y Umbral, ha ganado un premio en M&aacute;laga y lo ha empe&ntilde;ado en el bar de la esquina. Vuela libre, querido intruso en el norte.</p>